La piel sensible reacciona más que una piel normal. Las pieles delicadas son hiperreactivas: sufren sensaciones de cosquilleo, calor, hormigueo o incluso picor. Estas sensaciones a veces van acompañadas de enrojecimientos y se manifiestan como reacción a causas tan variadas como el viento, los cambios de temperatura, el afeitado, el estrés, la menopausia o un alimento.
La epidermis de las pieles sensibles presenta una alteración de su función barrera, provocando la deshidratación de la piel y la penetración de agentes potencialmente irritantes.
Además, las pieles sensibles tienen una secreción excesiva de ciertos neurotransmisores, así como de citocinas (sustancias secretadas por las células de la piel), las cuales promueven los procesos inflamatorios. Las pieles sensibles e intolerantes se caracterizan, además, por una sobreproducción de radicales libres.
Un tercio de la población adulta sufre de piel sensible. Y las mujeres lo sufren en un mayor porcentaje:
Otros factores que pueden provocar sensibilidad en la piel, son:
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