Calmante y desensibilizante de la piel.
La reina de las infusiones. La fascinación por esta planta y su uso por sus extraordinarias facultades terapéuticas y medicinales se remontan al Antiguo Egipto, hace 3.000 años. Desde entonces, esta hierba perenne originaria de Europa ha sido utilizada como remedio medicinal por multitud de civilizaciones hasta el día de hoy. Sus tallos y flores se usan frescos o secos en infusión. El extracto de manzanilla se obtiene a partir de sus inflorescencias (flores).
El nombre de manzanilla proviene del griego chamaimelon, que significa “manzana enana”, de ahí la costumbre de llamarla por su diminutivo. El hecho de emparentarla con una manzana proviene de las observaciones de Plinio, quien encontró similitudes entre la forma y el perfume de esta planta con los de la manzana.
La manzanilla es una súper planta. Sus propiedades digestivas son bien conocidas, pero también presenta efectos terapéuticos sobre la piel gracias a su composición rica en flavonoides, cumarinas y aceites esenciales. También es antiinflamatoria, antimicrobiana y cicatrizante.
La manzanilla tonifica la piel ayudándola a recuperar su salud. Aporta suavidad y sensación de bienestar. Desinflama el contorno de los ojos y disminuye la apariencia de los poros.